María y Matilda emergen al borde del Océano Pacífico de Oaxaca, varadas entre arena y vegetación. Están ubicados a 30 minutos de Puerto Escondido ya unos pasos de la playa.
La materialidad de las casas responde al sitio; buscando presentarse de manera sutil y respetuosa con el contexto, así como brindar seguridad estructural en un lugar sísmico como Oaxaca. El contraste entre la dureza del hormigón y la suavidad de la madera se hace eco del sitio que los alberga; el hormigón se convierte en la estructura y materialización del volumen en obra, y la madera en el delimitador del espacio interior.
Los espacios en las casas son indefinidos a lo largo del día. A través del movimiento de las paredes corredizas de madera hechas a mano, el control del espacio confinado está casi en su totalidad en manos del habitante. Ambas unidades se dividen en dos, como una figura de yin y yang; la mitad de la casa es una galería en relación permanente con los sonidos, la luz y las plantas y la otra mitad es interior con posibilidad de abrirse al camino exterior.
Sin paredes exteriores definidas, María y Matilda se conectan directamente al sitio, lo que permite un flujo constante de iluminación y ventilación natural, manteniendo las casas frescas y ventiladas en el clima cálido de Puerto Escondido. La intención era construir un lugar silencioso y respetuoso que vinculara indisolublemente el paisaje y la arquitectura, la naturaleza y los seres humanos.
By: Gaeta Springall Arquitectos